UTILICE
SUS TRES CEREBROS Robert K Cooper – El otro 90%
Usted
es mucho más inteligente de lo que pensaba
Los dinosaurios del futuro serán
aquellos que no cesen en el esfuerzo de vivir y trabajar solamente a
partir de su cabeza la mayor parte de la brillantez humana depende menos del
cerebro que tenemos en la cabeza que de los centros de la inteligencia recientemente
descubiertos llamados “cerebro dos” y “cerebro tres” en las entrañas y en el
corazón. El razonamiento más elevado y la creatividad más brillante dependen de
la actividad conjunta de los tres cerebros.
Un ejemplo es Richard. De pequeño era disléxico y padecía de “ceguera numérica”, es decir, era
incapaz de realizar incluso las
operaciones matematicas más sencillas. Como el mismo decía, era un caso “prácticamente
perdido” Desde el punto de vista del aprendizaje tradicional, y abandono la
escuela a los dieciséis años. Sin
embargo, una encuesta pública efectuada hace poco lo califico como el hombre
más inteligente de Gran Bretaña.
Entusiasmado con la vida y sus
posibilidades, Richard nunca permitió que la falta de estudios formales lo
detuviera. Sencillamente, aplico otras
formas de inteligencia. En sus primeros proyectos no había dinero de por medio,
pero si mucha dedicación. Sin embargo, el insiste en que fueron muy divertidos,
como cree que deben ser todos los trabajos. Hoy en dia, su imperio empresarial
que consta de 40 compañias, casi todas fundadas por el apartir de cero genera
ingresos anuales calculados en cuatro mil millones de dólares. Su aerolínea es
una de las compañias más rentables de su imperio, y su proyecto en el sector de
los servicios financieros ha transformado toda esa industria. Richard ha
generado más de veinticinco mil empleos.
“Somos la empresa privada más grande de
Gran Bretaña y todavía no entiendo la diferencia entre ingreso bruto e ingreso
neto”, dice. “Cuando miro mi crucigrama, la mente me pone en blanco”. A pesar
de esto, Richard Branson sobresale entre la multitud empresarial gracias, en
parte, a que siempre utiliza sus tres cerebros, y no uno solo, lo que le
permite liberar constantemente su potencial oculto.
Richard Branson no es el único individuo
que aplica esta clase de inteligencia multicerebral. Según una encuesta para
elegir a los cuatrocientos hombres y mujeres que durante el siglo XX ejercieron
el mayor impacto desde el punto de vista del liderazgo, tres de cada cinco
incluido Edison, Einstein, Picasso,
Henry Ford, Susan B. Anthony, Mark Twain y los hermanos Wright, Tenian
serias dificultades para pensar del modo tradicional o para aprender en la
escuela.
Dejando de lado a los famosos, los
individuos corrientes que confían en todos sus cerebros también tienen la
capacidad de cambiar el mundo. Son personas como Gretchen Buchenholz, cuyo
valeroso trabajo a favor de los niños más vulnerables de nuestra sociedad,
supera la lógica ordinaria y poder intimidatorio del sistema judicial. Ella
trabaja para salvar la vida de los bebes que nacen con sida, y venció la
resistencia del estado de Nueva York, que se oponía a la identificación de los
niños nacidos con esta grave enfermedad por considerar que la privacidad de las
madres era más importante que la vida de sus hijos.
Piense ahora en la historia de Amber
Coffman, una jovencita de diecisiete años que dedica muchas horas de semana a
alimentar a cientos de indigentes. ¿Cree usted que es posible empezar a hacer
esto a la edad de ocho años utilizando solo el cerebro racional y pensante, es
decir excluyendo las otras dimensiones de la inteligencia?
Los sabados por la mañana, Amber y su
mama, Bobbi, se reúnen con docenas de adolecentes voluntarios de ambos sexos
para ayudarles a los desamparados. A pesar de que podrían quedarse en su casa
durmiendo o viendo televisión, o pasar la mañana de compras en un centro
comercial, desde 1993 su profundo compromiso con los más pobres las hace
recorrer las calles de la ciudad de Baltimore para llevarles alimentos. Amber
dice: “somos una de las familias más grandes del mundo”. Ella piensa iniciar un
programa de mentores para los indigentes y los niños en alto riesgo, con
énfasis en el amor y el trabajo en el hogar. Todos los años el dia de su cumpleaños, en lugar de
organizar una fiesta para sus amigos, les ofrece una a los desamparados. Es
poco probable que solo los buenos pensamientos lleven a alguien a ayudar a los
demás de un modo tan excepcional. ¿Qué otra dimensión de la inteligencia
interviene en este caso.
La
neurociencia le ha dado un vuelo a la sabiduría convencional
La noción tradicional sobre la
influencia de “Cerebro número uno”, el de la cabeza, en el comportamiento
humano puede resumirse así: todas las experiencias que se viven directamente,
como interactuar con alguien o enfrentar una dificultad, un problema o una
oportunidad, se perciben mediante los cinco sentidos primarios y entran en el
sistema nervioso. De acuerdo con este modelo, todas las experiencias van
directamente al cerebro, el individuo piensa en ellas y responde con alguna
conducta. Todo sucede en la cabeza.
Como veremos, la realidad es otra. De
hecho, cuando dedicamos demasiada actividad cerebral a pensar y recordar, no
queda suficiente energía en el cerebro para sentir y experimentar en toda su
magnitud lo que es novedoso en ese momento. Como resultado, el desempeño que
podría ser ingenioso y práctico se vuelve desatinado e ineficaz.
Hay ocasiones en que confiar en el
cerebro pensante no solo innecesario para adquirir habilidades y expresar
preocupación por los demás, sino que puede constituir un serio obstáculo.
Todos los días aprendemos más sobre los
misterios de la inteligencia humana y las formas de expandir nuestro potencial
intrínseco. Según estudios recientes, la inteligencia se distribuye en todo el
organismo. En relación con la brillantez o la intuición, es imposible separar
la mente y el cuerpo.
Ahora se sabe que cada experiencia que
tenemos no va directamente al cerebro para que pensemos en ella, sino que se
dirige a las redes neurológicas del tracto intestinal y el corazón.
El
cerebro de la entrañas
Cada punto de contacto con la vida
produce una sensación que se puede experimentar como mariposas en el estomago,
un nudo de tensión en los intestinos o una emoción. Pero si el individuo ha
sido entrenado para funcionar solamente con la cabeza, es posible que no sienta
nada.
Pero la sensación está ahí. Y está
haciendo muchas preguntas, no importa que uno se dé cuenta o no. No solo hace pregunta;
también las responde y sus respuestas afectan nuestras acciones. ¿Cuán
importante es esta reunión o este obstáculo para mí? ¿Representa alguna
oportunidad? ¿Implica alguna amenaza? ¿Está en juego mi felicidad o mi avance
profesional?
Conocido como el sistema nervioso
entérico, este “segundo cerebro” que se encuentra dentro de los intestinos es
independiente del que se aloja en el cráneo, pero está conectado con él, los
científicos que estudian los neuroquímicos y los complejos sistemas de las células
nerviosas del tracto intestinal afirman que hay mas neuronas en este tracto que
en toda la espina dorsal, es decir, alrededor de cien millones. Ese intrincado circuito le permite actuar con
autonomía, aprender, recordar e influir en nuestras percepciones y
comportamientos.
Independientemente de que usted
reconozca o no las reacciones provenientes de sus entrañas, ellas moldean todo
lo que usted hace, así como todo lo que el resto de la humanidad hace… todo el
tiempo.
El
cerebro del corazón
Después de que el sistema nervioso
entérico digiere cada experiencia, el corazón la examina. En la década de los
noventa los científicos del nuevo campo de la neurocardiologia descubrieron que
el verdadero cerebro está en el corazón y que actúa independientemente de la
cabeza. Constituido por más de cuarenta mil células nerviosas llamadas
barorreceptores, junto con una compleja red de neurotransmisores, proteína y
células de soporte, este cerebro es del tamaño de varias áreas clave del
cerebro de la cabeza. Cuenta con habilidades computacionales poderosas y
altamente sofisticadas. Al igual que el cerebro de las entrañas, este utiliza
su circuito neural para actuar con independencia, aprender, recordar y responder
ante la vida.
En el feto, el corazón se desarrolla antes
que el sistema nervioso y que el cerebro pensante. La energía eléctrica de cada
latido del corazón, junto con la información que contiene, es transmitida a
cada célula del organismo. El corazón es un musculo cargado de energía, y cada
latido desencadena la actividad de millardos de células con un ritmo
perfectamente sincronizado. Estudios
recientes sobre la generación de las emociones y los mecanismos que
intervienen en el aprendizaje, han revelado que la coherencia rítmica del
cerebro del corazón puede modificar dramáticamente la eficacia del cerebro
pensante.
Cada latido del corazón hace que el
organismo se comunique instantáneamente como un todo, pues se trata de una
honda que viaja por las arterias muchísimo más rápido que la sangre por el
torrente sanguíneo. Esto crea otro tipo de comunicación interior, ya que estos
patrones de onda varían con cada patrón intrincado y rítmico del corazón. Cada una de los millardos de células de
nuestro organismo siente esta onda de presión y se ve afectada por ella de
varias maneras.
Para comunicarse, el corazón también
utiliza mensajeros químicos del sistema hormonal. Uno de ellos es el péptido
atrial, un motor básico de la conducta motivada.
Si no sentimos nuestros valores y
nuestras metas, no podemos vivirlos. El papel decisivo para impulsarnos a
sobresalir no lo desempeña la cabeza, sino el corazón.
Desde el punto de vista de la
creatividad y la iniciativa, el corazón no solo está abierto a nuevas posibilidades,
sino que las explora y se esfuerza sin cesar por comprender intuitivamente que
es lo más importante para la vida y el trabajo del individuo. El cerebro del corazón busca
instantáneamente nuevas oportunidades para crecer o aprender, establece una
“Lectura” de lo que los demás sienten, evalúa la congruencia de los
sentimientos y revisa la coherencia interior de sus valores y pasiones. Así, el
corazón parece funcionar como un sistema sensorial trascendental, o como un
radar que revela oportunidades importantes o novedosas.
Además de lo anterior, el campo
electromagnético del corazón es el más
poderoso del organismo, De hecho es aproximadamente cinco mil veces más poderosa que el del
cerebro. Los cambios eléctricos en los sentimientos transmitidos por el corazón
humano se pueden percibir y medir a más de metro y medio de distancia.
Así como las entrañas procesan mucho más
que alimentos, el corazón hace que circule mucho más que sangre.
Cada latido se comunica con todo el
organismo mediante un lenguaje inteligente que afecta profundamente nuestra
percepción del mundo y nuestras reacciones.
No debe sorprender que quienes no se
sienten apreciados y valorados no apliquen su corazón a su vida y a su trabajo. Después de extensa investigación de tres años
sobre las variables que caracterizan a los líderes exitosos, el Centro para el liderazgo Creativo
concluyo recientemente que el único factor que presenta una
diferencia estadísticamente significativa entre los mejores líderes y los líderes
mediocres es el interés por la gente. Esto no significa que no se necesiten otras
cualidades y habilidades para tener éxito en un ámbito particular, sino que
interesarse por los demás es el factor esencial para que la gente brille con
luz propia.
El
cerebro de la cabeza
La tercera estación de los impulsos
nerviosos es un área ubicada en la base del cerebro llamada medula. Allí se
desarrollan varios procesos fundamentales. Dentro de la medula existe un
vínculo vital con el Sistema Activador
Reticular (SAR). Este sistema se conecta con nervios importantes de la
columna vertebral y el cerebro. Clasifica los cien millones de impulsos que le
llegan al cerebro cada segundo, y desvía los impulsos triviales para que
únicamente los que son vitales alerten a la mente.
Esta parte del cerebro, que ha
evolucionado durante millones de años, tiene la tendencia a maximizar los mensajes
negativos y a minimizar los positivos. Aunque el mundo de hoy es altamente tecnificado, de viajes galácticos
y realidades virtuales, todavía enfrentamos la vida cotidiana con rasgos que
fueron adaptativos en la Edad de Piedra, cuando nuestros antepasados Vivian de
la caza y la recolección.
Hace millones de años, cuando nuestro
planeta estaba plagado de peligros y amenazas para la vida, maximizar los mensajes negativos
tenia, sin duda, una función de supervivencia para la especie humana. Pero hoy
en día, esta reacción suele complicar las cosas. Unas pocas palabras de critica
bien intencionada, no un comunicado amenazante para la viada, son
maximizadas por el SAR, que las
convierte en un sencillo mensaje: ¡peligro, ¡peligro. Los pelos se nos ponen de
punta y nos sentimos ansiosos y a la defensiva. A la inversa, un
cumplido genuino suele ser minimizado por este sistema, que lo
convierte en un simple susurro. Esto explica porque al final de un día típico,
en que cientos de cosas nos salieron bien, pero una sola nos salió mal, casi
todos nos sentimos preocupados por aquello en lo que no tuvimos tanto éxito.
Esta es la manifestación del arraigado instinto del SAR, y si no aprendemos a
manejarlo puede llegar a dominar nuestras percepciones y a obstaculizar nuestro
progreso.
El SAR tiende a interpretar todo
negativamente. “Más vale prevenir que lamentar” es el principio por el que se
rige. Así por ejemplo, cuando un gerente o un miembro de la familia se comporta
de manera ambigua, mandando mensajes vagos o contradictorios, evitándonos o
tratando, aparentemente, de escondernos
algo, este sistema envía el mensaje a los centros cerebrales superiores en
forma de amenaza contra nuestro estatus, posición, reputación, integridad o
relaciones interpersonales. Cuando no sabemos claramente en que terreno
pisamos, o cuando no distinguimos entre un rumor y un hecho, el
sistema nervioso tiende a suponer lo peor. En consecuencia, surgen
chismes, malas interpretaciones, desconfianza, escepticismo, dificultad para
aprender y crecer, falta de iniciativa, postergación de los proyectos, en fin,
una serie de reacciones que destruyen el genio y la efectividad del ser humano,
y lo irónico es que cuanto más nos exhortan a modificar esas conductas, tanto
más alto grita el sistema activador reticular su mensaje: ¡peligro, ¡peligro.
En cambio, pensemos en lo que ocurre
cuando tomamos en consideración la respuesta del SAR y hacemos un esfuerzo consiente
por manejarla. Supongamos que nos estamos empezando a enfadar por algunas de
las muchas cosas que nos hacen sentir frustrado
o descontrolados. Es muy probable que haya de por medio una serie de hábitos
o patrones fuertemente arraigados. Como este sistema está programado para
maximizar los sentimientos de amenaza o de pérdida de control, Instantáneamente
nos prepara para reaccionar con una explosión emocional, o, si logramos
suprimir esa reacción, con un aumento de la tensión o el resentimiento.
Detengamos la escena en este punto.
Tomemos conciencia del problema o hecho irritante y de lo que estamos
sintiendo. Ahora reflexionemos sobre lo que pensamos de este sentimiento.
¿Tiene alguna utilidad en este momento? ¿Qué nos está diciendo? ¿Debemos
dejarnos dominar por el? ¿Cuán fuerte es nuestra tendencia a reaccionar de la
manera usual?
El
siguiente paso es pensar que respuesta sería más útil para nosotros en ese
momento. ¿Qué reacciones serian compatibles con nuestros valores? Si una hora o
un mes más tarde reflexionamos acerca de nuestra reacción, ¿Qué conducta
consideraríamos la más beneficiosa? Este sencillo ejemplo. Supongamos que hoy
es un día especialmente difícil para usted, El trabajo se le ha acumulado, no
todo ha salido como habría querido y le está empezando a doler la cabeza (o
quizás este es un día típico para usted) Alguien importante para su vida
personal o laboral se le acerca. Usted lo mira sintiendo un poco de ansiedad y
pensando: “Por Dios, ¿ahora qué pasa?.
Se dé cuenta o no, las mariposas están en pleno revoloteo en su
estomago. Su corazón ha empezado a enviarles señales preocupantes a todas las
células de su organismo, Punto, punto, punto; raya raya raya; punto punto
punto. SOS.
Luego esa persona importante le dice:
“Solo ha venido para decirle que su intervención de la semana pasada fue
excelente. Mientras que todos estaban discutiendo y a la defensiva, usted fue
el único que defendió a Lee, el miembro del grupo que formuló una pregunta
difícil y que tuvo una idea novedosa”.
“Sé que a usted y a Lee los criticaron”, continua diciendo,
“pero usted manejo esa situación muy bien y su intervención puso a todos a
pensar. Yo llegue tarde a la discusión y después me quede un rato conversando
con los demás.
Puedo asegurarte que nos ahorró una
cantidad de problemas y que gano la gratitud de Lee, que tiene otras buenas
ideas para compartir con el grupo. Esta semana todos han estado mucho más
ubicados y hemos progresado bastante.
Es una suerte contar con usted en la
empresa. Gracias”.
Imagínese como se sentiría. A pesar del
día tan difícil que tuvo hasta el momento en que apareció su jefe, y a la
poderosa tendencia del SAR a minimizar los comentarios positivos, ¿Cómo lo
afectaría un mensaje de esta naturaleza? Alguien elogio una idea que usted
formulo o una acción que usted emprendió. Estoy seguro de que, si eso le sucede
cuando este regresando a su hogar más tarde ese día, aunque seguirá pensando en
algunos de los episodios negativos de la jornada, recordara más que todo ese
mensaje sincero que recibió de otro ser humano. Y todo su organismo
experimentara una sensación de bienestar.
Tras dejar el SAR, en fracciones de
segundos la comunicación neural viaja al sistema límbico, donde percibimos el
mundo y moldeamos nuestra respuesta. El sistema límbico también es el centro de
las emociones del cerebro, existe evidencia de que este sistema funciona
ochenta mil veces más rápido que la corteza cerebral del cerebro pensante.
Por último, la cascada neural de impresiones originadas en
nuestras experiencias llega al área pensante del cerebro, conocida como corteza
cerebral. Pero antes de llegar e esta área, las entrañas, el corazón y otras
regiones cerebrales experimentan e interpretan todas nuestras vivencias. Es
decir y contrario a lo que suele creer, parece que lo último que hacemos es
pensar.
Cada vez que dependemos demasiado del
cerebro de la cabeza se presentan problemas innecesarios. Una de las razones es
que cuando la mente funciona sin estar equilibrada con las entrañas y el
corazón, el intelecto actúa fundamentalmente por conveniencia. El intelecto
tiene la capacidad de conjurar todo tipo de ideologías, filosofías, teorías,
principios y creencias, pero aunque estos sean elocuentes y bien intencionados,
no significa mucho por si solos. Debemos sentir lo que es importante para
nosotros a fin de vivir o ejercer el liderazgo de manera productiva.
La frecuente exhortación a mantener e
raya las emociones termina haciéndonos tomar decisiones inadecuadas. Desde
luego que debemos pensar con la mayor claridad posible. Pero tomar decisiones o
resolver problemas basándonos únicamente en el pensamiento, es decir, sin la
participación activa de los cerebros de las entrañas y el corazón, no es
suficiente.
Otra manera de aplicar estos
conocimientos sobre los tres tipos de inteligencia es vaciar la mente de vez en
cuando, a fin de evitar que se quede por fuera la información proveniente de
los otros dos cerebros. Esto también impide que el SAR nos domine con
preocupaciones y reacciones negativas o de temor.
Lo que hay en la mente puede crear un
ruido de fondo que nos distrae, impidiendo que apliquemos toda nuestra
inteligencia a lo que es más importante en un momento dado. Todo lo que esta
“Guardado” en la mente consume energía y atención. Cuando la mente está
sobrecargada, el resultado es tención e inquietud innecesarias. Muchos de estos pensamientos y
preocupaciones permanecen en nuestra mente sencillamente porque no lo hemos
enfrentado o aclarado, o porque no disponemos de un mecanismo confiable para retomarlos
o actuar con base en ellos posteriormente.
En este punto se ve la conveniencia de
llevar un diario. Para probar si esto es verdad, saque ahora mismo de su mente
los pensamientos, ideas o preocupaciones que lo estén mortificando. Escríbalos.
Al lado de cada inquietud o idea describa en una sola línea la mejor
solución o resultado. Por ejemplo: ¿Cuál sería la manera más satisfactoria de
manejar este asunto? Luego agregue una acción específica para avanzar hacia la
solución, y cuando convendría llevarla a cabo. ¿Qué compromisos puede contraer?
Organice las acciones específicas en orden de prioridades. En cuanto a las
acciones que no revisten mayor importancia para ese día, táchelas o guárdelas
para una futura “sesión de preocupación” o “sesión de nuevas ideas” en lugar de
mesclarlas con las que no debe postergar. Una vez escritos, estos pensamientos
y preocupaciones tienden a perder gran parte de su capacidad para inquietarnos o distraernos.
Cada vez que hacemos una pausa para
desocupar la mente, aumenta la capacidad para salirnos de nuestra cabeza y
sacar provecho de las otras inteligencias. Cuando se encuentre ante el próximo
problema o coyuntura, escuchara más claramente lo que sus entrañas y su corazón
le estén aportando a su mente y emprenderá acciones más acertadas.
Desde un punto de vista práctico,
desarrollar y aplica un nivel de inteligencia vigorizante y autentico a todo lo
que hacemos, nos permita alcanzar el tope de nuestro verdadero potencial. Para
lograrlo, es preciso combinar las percepciones e impresiones de las entrañas,
el corazón y la mente.
Empiece por aprender a explotar todas
sus fuentes de sabiduría y conocimiento. Cada vez que enfrente un momento
importante, pregúntese:¿Qué me está diciendo mis entrañas sobre esta? ¿Mi corazón?
¿Mi cabeza? Escuche cada una de esas
tres fuentes de inteligencia antes de
decidir cómo actuar. Así, usted tomara
mejores decisiones y, con practica su habilidad para decidir con rapidez, no sufrirá menoscabo. Mucha gente ha aprendido a hacer
caso omiso tanto de las mariposas en el estómago como de los sentimientos del
corazón, porque esto permite tomar decisiones solo con la cabeza. Sin embargo,
pierden la oportunidad de tomar decisiones potencialmente superiores, pues
desaprovechan los elementos intuitivos de la inteligencia.
Asegúrese de que sus palabras sean
consecuentes con sus sentimientos. Incluso a medio mundo de distancia y por
teléfono, otros captan lo que estamos sintiendo. Sin embargo, mucha gente cree
que es buena idea restarle importancia a los tropiezos de la vida o del
trabajo, disfrazándolos o aparentando que se tiene una respuesta para
todo, o que las cosas están marchando a las mil
maravillas. Por otra parte, mucha gente piensa que lo correcto es restarles importancia a los éxitos, y
aparentan que solo están “bien” cuando en realidad, están sumamente bien o muy emocionadas por algo magnifico que les
ha sucedido. Ninguna de estas dos actitudes es correcta.
Cuando escuchamos de otra persona algo
que contradice lo que estamos sintiendo, instintivamente les damos más crédito
a los sentimientos que las palabras. Cuando uno trata de disfrazar la
turbulencia interior diciendo, por ejemplo: “ya todo está resuelto y bajo
control; no hay de qué preocuparse”, los demás pueden reaccionar de dos
maneras: bien dándose cuenta de que somos deshonestos porque perciben que no
tenemos el problema resuelto ni bajo control, o bien suponiendo que las
dificultades son aún más graves de lo que realmente son. Aquí podría estar
implicado el SAR, magnificando lo negativo e impulsándonos a decirles a los
demás: “Él dice que todo está bien, pero no es verdad, estamos en un verdadero
lio”. Los rumores y los chismes le agradan y difunden, Y los otros pueden
abstenerse de ayudarnos, porque piensan: “Si usted es tan listo y tiene un
proyecto tan bueno, adelante, cuéntemelo todo e impresióneme”. Esas personas
observan y esperan, y nunca llegan a
confiar en uno, Básicamente, hemos
perdido dos veces: primero, porque los demás no creen, y segundo, porque no nos
ofrecen ayuda o nos ofrecen muy poca.
Decir que toda está marchando sobre ruedas cuando, en realidad, estamos
agobiados, no engaña a nadie, esta farsa acaba con la colaboración, y detiene
el crecimiento personal.
Por otra parte, cuando nuestras palabras
corresponden a lo que estamos sintiendo, el resultado suele ser muy distinto.
No soy partidario de la honestidad
imprudente e insensible.
Está bien expresar con honestidad un
sentimiento de incertidumbre o inquietud. Pero es mejor guardar silencio sobre
los sentimientos hirientes o transformados de un modo constructivo, y la razón
por la que a veces nos sentimos preocupados no es la otra persona, sino la
tensión y el cansancio. Si usted está realmente preocupado o distraído porque
ha tenido un problema, recuerde que hay ocasiones en que lo mejor es no hablar
con nadie. Procure tranquilizarse y más tarde hable con otras personas.
Cuando enfrente un nuevo problema,
podría decir: “es posible que piense que tengo este asunto resuelto, pero la
verdad es que no lo he solucionado. Para salir airosos de esta situación, todos
tenemos que colaborar con buenas ideas” Observe lo que ocurre a continuación.
En vez de alejarse, muchos se acercan a ofrecer apoyo e ideas. “Puedes contar
conmigo para ayudar. No será fácil pero tengo varias ideas. Juntos podremos
salir adelante”. Esta es una de las maneras más sencillas y, a la vez, menos
comunes en que nos podemos servir del potencial y el talento de todos nuestros
tres cerebros, y no solamente de uno.
El
corazón humano es local y finito; tiene raíces y si la inteligencia emana de
él, de acuerdo a su fortaleza, a mayores y mayores distancias, el
resultado, si va de ser cosechado, debe
reunirse desde el centro.
Adaptación:
Elmer
Saldaña Cárdenas.
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