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miércoles, 7 de febrero de 2018

LOS TRES CEREBROS / Últimos descubrimientos de la ciencia Moderna

UTILICE SUS TRES CEREBROS                                     Robert K Cooper – El otro 90%
Usted es mucho más inteligente de lo que pensaba
Los dinosaurios del futuro serán aquellos  que no cesen en el  esfuerzo de vivir y trabajar solamente a partir de su cabeza la mayor parte de la brillantez humana depende menos del cerebro que tenemos en la cabeza que de los centros de la inteligencia recientemente descubiertos llamados “cerebro dos” y “cerebro tres” en las entrañas y en el corazón. El razonamiento más elevado y la creatividad más brillante dependen de la actividad conjunta de los tres cerebros.
Un ejemplo es Richard.  De pequeño era disléxico y padecía de  “ceguera numérica”, es decir, era incapaz  de realizar incluso las operaciones matematicas más sencillas. Como el mismo decía, era un caso “prácticamente perdido” Desde el punto de vista del aprendizaje tradicional, y abandono la escuela  a los dieciséis años. Sin embargo, una encuesta pública efectuada hace poco lo califico como el hombre más inteligente de Gran Bretaña.
Entusiasmado con la vida y sus posibilidades, Richard nunca permitió que la falta de estudios formales lo detuviera. Sencillamente,  aplico otras formas de inteligencia. En sus primeros proyectos no había dinero de por medio, pero si mucha dedicación. Sin embargo, el insiste en que fueron muy divertidos, como cree que deben ser todos los trabajos. Hoy en dia, su imperio empresarial que consta de 40 compañias, casi todas fundadas por el apartir de cero genera ingresos anuales calculados en cuatro mil millones de dólares. Su aerolínea es una de las compañias más rentables de su imperio, y su proyecto en el sector de los servicios financieros ha transformado toda esa industria. Richard ha generado más de veinticinco mil empleos.
“Somos la empresa privada más grande de Gran Bretaña y todavía no entiendo la diferencia entre ingreso bruto e ingreso neto”, dice. “Cuando miro mi crucigrama, la mente me pone en blanco”. A pesar de esto, Richard Branson sobresale entre la multitud empresarial gracias, en parte, a que siempre utiliza sus tres cerebros, y no uno solo, lo que le permite liberar constantemente su potencial oculto.
Richard Branson no es el único individuo que aplica esta clase de inteligencia multicerebral. Según una encuesta para elegir a los cuatrocientos hombres y mujeres que durante el siglo XX ejercieron el mayor impacto desde el punto de vista del liderazgo, tres de cada cinco incluido Edison, Einstein, Picasso, Henry Ford, Susan B. Anthony, Mark Twain y los hermanos Wright, Tenian serias dificultades para pensar del modo tradicional o para aprender en la escuela.
Dejando de lado a los famosos, los individuos corrientes que confían en todos sus cerebros también tienen la capacidad de cambiar el mundo. Son personas como Gretchen Buchenholz, cuyo valeroso trabajo a favor de los niños más vulnerables de nuestra sociedad, supera la lógica ordinaria y poder intimidatorio del sistema judicial. Ella trabaja para salvar la vida de los bebes que nacen con sida, y venció la resistencia del estado de Nueva York, que se oponía a la identificación de los niños nacidos con esta grave enfermedad por considerar que la privacidad de las madres era más importante que la vida de sus hijos.
Piense ahora en la historia de Amber Coffman, una jovencita de diecisiete años que dedica muchas horas de semana a alimentar a cientos de indigentes. ¿Cree usted que es posible empezar a hacer esto a la edad de ocho años utilizando solo el cerebro racional y pensante, es decir excluyendo las otras dimensiones de la inteligencia?
Los sabados por la mañana, Amber y su mama, Bobbi, se reúnen con docenas de adolecentes voluntarios de ambos sexos para ayudarles a los desamparados. A pesar de que podrían quedarse en su casa durmiendo o viendo televisión, o pasar la mañana de compras en un centro comercial, desde 1993 su profundo compromiso con los más pobres las hace recorrer las calles de la ciudad de Baltimore para llevarles alimentos. Amber dice: “somos una de las familias más grandes del mundo”. Ella piensa iniciar un programa de mentores para los indigentes y los niños en alto riesgo, con énfasis en el amor y el trabajo en el hogar. Todos los años  el dia de su cumpleaños, en lugar de organizar una fiesta para sus amigos, les ofrece una a los desamparados. Es poco probable que solo los buenos pensamientos lleven a alguien a ayudar a los demás de un modo tan excepcional. ¿Qué otra dimensión de la inteligencia interviene en este caso.

La neurociencia le ha dado un vuelo a la sabiduría convencional
La noción tradicional sobre la influencia de “Cerebro número uno”, el de la cabeza, en el comportamiento humano puede resumirse así: todas las experiencias que se viven directamente, como interactuar con alguien o enfrentar una dificultad, un problema o una oportunidad, se perciben mediante los cinco sentidos primarios y entran en el sistema nervioso. De acuerdo con este modelo, todas las experiencias van directamente al cerebro, el individuo piensa en ellas y responde con alguna conducta. Todo sucede en la cabeza.
Como veremos, la realidad es otra. De hecho, cuando dedicamos demasiada actividad cerebral a pensar y recordar, no queda suficiente energía en el cerebro para sentir y experimentar en toda su magnitud lo que es novedoso en ese momento. Como resultado, el desempeño que podría ser ingenioso y práctico se vuelve desatinado e ineficaz.
Hay ocasiones en que confiar en el cerebro pensante no solo innecesario para adquirir habilidades y expresar preocupación por los demás, sino que puede constituir un serio obstáculo.
Todos los días aprendemos más sobre los misterios de la inteligencia humana y las formas de expandir nuestro potencial intrínseco. Según estudios recientes, la inteligencia se distribuye en todo el organismo. En relación con la brillantez o la intuición, es imposible separar la mente y el cuerpo.
Ahora se sabe que cada experiencia que tenemos no va directamente al cerebro para que pensemos en ella, sino que se dirige a las redes neurológicas del tracto intestinal y el corazón.
El cerebro de la entrañas
Cada punto de contacto con la vida produce una sensación que se puede experimentar como mariposas en el estomago, un nudo de tensión en los intestinos o una emoción. Pero si el individuo ha sido entrenado para funcionar solamente con la cabeza, es posible que no sienta nada.
Pero la sensación está ahí. Y está haciendo muchas preguntas, no importa que uno se dé cuenta o no. No solo hace pregunta; también las responde y sus respuestas afectan nuestras acciones. ¿Cuán importante es esta reunión o este obstáculo para mí? ¿Representa alguna oportunidad? ¿Implica alguna amenaza? ¿Está en juego mi felicidad o mi avance profesional?
Conocido como el sistema nervioso entérico, este “segundo cerebro” que se encuentra dentro de los intestinos es independiente del que se aloja en el cráneo, pero está conectado con él, los científicos que estudian los neuroquímicos y los complejos sistemas de las células nerviosas del tracto intestinal afirman que hay mas neuronas en este tracto que en toda la espina dorsal, es decir, alrededor de cien millones.  Ese intrincado circuito le permite actuar con autonomía, aprender, recordar e influir en nuestras percepciones y comportamientos.
Independientemente de que usted reconozca o no las reacciones provenientes de sus entrañas, ellas moldean todo lo que usted hace, así como todo lo que el resto de la humanidad hace… todo el tiempo.
El cerebro del corazón
Después de que el sistema nervioso entérico digiere cada experiencia, el corazón la examina. En la década de los noventa los científicos del nuevo campo de la neurocardiologia descubrieron que el verdadero cerebro está en el corazón y que actúa independientemente de la cabeza. Constituido por más de cuarenta mil células nerviosas llamadas barorreceptores, junto con una compleja red de neurotransmisores, proteína y células de soporte, este cerebro es del tamaño de varias áreas clave del cerebro de la cabeza. Cuenta con habilidades computacionales poderosas y altamente sofisticadas. Al igual que el cerebro de las entrañas, este utiliza su circuito neural para actuar con independencia, aprender, recordar y responder ante la vida.
En el feto, el corazón se desarrolla antes que el sistema nervioso y que el cerebro pensante. La energía eléctrica de cada latido del corazón, junto con la información que contiene, es transmitida a cada célula del organismo. El corazón es un musculo cargado de energía, y cada latido desencadena la actividad de millardos de células con un ritmo perfectamente sincronizado. Estudios  recientes sobre la generación de las emociones y los mecanismos que intervienen en el aprendizaje, han revelado que la coherencia rítmica del cerebro del corazón puede modificar dramáticamente la eficacia del cerebro pensante.
Cada latido del corazón hace que el organismo se comunique instantáneamente como un todo, pues se trata de una honda que viaja por las arterias muchísimo más rápido que la sangre por el torrente sanguíneo. Esto crea otro tipo de comunicación interior, ya que estos patrones de onda varían con cada patrón intrincado y rítmico del corazón.  Cada una de los millardos de células de nuestro organismo siente esta onda de presión y se ve afectada por ella de varias maneras.
Para comunicarse, el corazón también utiliza mensajeros químicos del sistema hormonal. Uno de ellos es el péptido atrial, un motor básico de la conducta motivada.
Si no sentimos nuestros valores y nuestras metas, no podemos vivirlos. El papel decisivo para impulsarnos a sobresalir no lo desempeña la cabeza, sino el corazón.
Desde el punto de vista de la creatividad y la iniciativa, el corazón no solo está abierto a nuevas posibilidades, sino que las explora y se esfuerza sin cesar por comprender intuitivamente que es lo más importante para la vida y el trabajo del individuo.                 El cerebro del corazón busca instantáneamente nuevas oportunidades para crecer o aprender, establece una “Lectura” de lo que los demás sienten, evalúa la congruencia de los sentimientos y revisa la coherencia interior de sus valores y pasiones. Así, el corazón parece funcionar como un sistema sensorial trascendental, o como un radar que revela oportunidades importantes o novedosas.
Además de lo anterior, el campo electromagnético  del corazón es el más poderoso del organismo, De hecho es aproximadamente  cinco mil veces más poderosa que el del cerebro. Los cambios eléctricos en los sentimientos transmitidos por el corazón humano se pueden percibir y medir a más de metro y medio de distancia.
Así como las entrañas procesan mucho más que alimentos, el corazón hace que circule mucho más que sangre.
Cada latido se comunica con todo el organismo mediante un lenguaje inteligente que afecta profundamente nuestra percepción del mundo y nuestras reacciones.
No debe sorprender que quienes no se sienten apreciados y valorados no apliquen su corazón a su vida y a su trabajo.  Después de extensa investigación de tres años sobre las variables que caracterizan a los líderes exitosos, el Centro para el liderazgo Creativo concluyo recientemente que el único factor que presenta una diferencia estadísticamente significativa entre los mejores líderes y los líderes mediocres es el interés por la gente.              Esto no significa que no se necesiten otras cualidades y habilidades para tener éxito en un ámbito particular, sino que interesarse por los demás es el factor esencial para que la gente brille con luz propia.
El cerebro de la cabeza
La tercera estación de los impulsos nerviosos es un área ubicada en la base del cerebro llamada medula. Allí se desarrollan varios procesos fundamentales. Dentro de la medula existe un vínculo vital con el Sistema Activador Reticular (SAR). Este sistema se conecta con nervios importantes de la columna vertebral y el cerebro. Clasifica los cien millones de impulsos que le llegan al cerebro cada segundo, y desvía los impulsos triviales para que únicamente los que son vitales alerten a la mente.
Esta parte del cerebro, que ha evolucionado durante millones de años, tiene la tendencia a maximizar los mensajes negativos y a minimizar los positivos. Aunque el mundo de hoy  es altamente tecnificado, de viajes galácticos y realidades virtuales, todavía enfrentamos la vida cotidiana con rasgos que fueron adaptativos en la Edad de Piedra, cuando nuestros antepasados Vivian de la caza y la recolección.
Hace millones de años, cuando nuestro planeta estaba plagado de peligros y amenazas para la vida,  maximizar los mensajes negativos tenia, sin duda, una función de supervivencia para la especie humana. Pero hoy en día, esta reacción suele complicar las cosas. Unas pocas palabras de critica bien intencionada, no un comunicado amenazante para la viada, son maximizadas por el SAR,  que las convierte en un sencillo mensaje: ¡peligro, ¡peligro. Los pelos se nos ponen de punta y nos sentimos ansiosos y a la defensiva. A la inversa, un cumplido genuino suele ser minimizado por este sistema, que lo convierte en un simple susurro. Esto explica porque al final de un día típico, en que cientos de cosas nos salieron bien, pero una sola nos salió mal, casi todos nos sentimos preocupados por aquello en lo que no tuvimos tanto éxito. Esta es la manifestación del arraigado instinto del SAR, y si no aprendemos a manejarlo puede llegar a dominar nuestras percepciones y a obstaculizar nuestro progreso.
El SAR tiende a interpretar todo negativamente. “Más vale prevenir que lamentar” es el principio por el que se rige. Así por ejemplo, cuando un gerente o un miembro de la familia se comporta de manera ambigua, mandando mensajes vagos o contradictorios, evitándonos o tratando, aparentemente,  de escondernos algo, este sistema envía el mensaje a los centros cerebrales superiores en forma de amenaza contra nuestro estatus, posición, reputación, integridad o relaciones interpersonales. Cuando no sabemos claramente en que terreno pisamos, o cuando no distinguimos entre un rumor y un hecho, el sistema nervioso tiende a suponer lo peor. En consecuencia, surgen chismes, malas interpretaciones, desconfianza, escepticismo, dificultad para aprender y crecer, falta de iniciativa, postergación de los proyectos, en fin, una serie de reacciones que destruyen el genio y la efectividad del ser humano, y lo irónico es que cuanto más nos exhortan a modificar esas conductas, tanto más alto grita el sistema activador reticular su mensaje: ¡peligro, ¡peligro.
En cambio, pensemos en lo que ocurre cuando tomamos en consideración la respuesta del SAR y hacemos un esfuerzo consiente por manejarla. Supongamos que nos estamos empezando a enfadar por algunas de las muchas cosas que nos hacen sentir frustrado  o descontrolados. Es muy probable que haya de por medio una serie de hábitos o patrones fuertemente arraigados. Como este sistema está programado para maximizar los sentimientos de amenaza o de pérdida de control, Instantáneamente nos prepara para reaccionar con una explosión emocional, o, si logramos suprimir esa reacción, con un aumento de la tensión o el resentimiento.
Detengamos la escena en este punto. Tomemos conciencia del problema o hecho irritante y de lo que estamos sintiendo. Ahora reflexionemos sobre lo que pensamos de este sentimiento. ¿Tiene alguna utilidad en este momento? ¿Qué nos está diciendo? ¿Debemos dejarnos dominar por el? ¿Cuán fuerte es nuestra tendencia a reaccionar de la manera usual?
El siguiente paso es pensar que respuesta sería más útil para nosotros en ese momento. ¿Qué reacciones serian compatibles con nuestros valores? Si una hora o un mes más tarde reflexionamos acerca de nuestra reacción, ¿Qué conducta consideraríamos la más beneficiosa? Este sencillo ejemplo. Supongamos que hoy es un día especialmente difícil para usted, El trabajo se le ha acumulado, no todo ha salido como habría querido y le está empezando a doler la cabeza (o quizás este es un día típico para usted) Alguien importante para su vida personal o laboral se le acerca. Usted lo mira sintiendo un poco de ansiedad y pensando: “Por Dios, ¿ahora qué pasa?.  Se dé cuenta o no, las mariposas están en pleno revoloteo en su estomago. Su corazón ha empezado a enviarles señales preocupantes a todas las células de su organismo, Punto, punto, punto; raya raya raya; punto punto punto. SOS.
Luego esa persona importante le dice: “Solo ha venido para decirle que su intervención de la semana pasada fue excelente. Mientras que todos estaban discutiendo y a la defensiva, usted fue el único que defendió a Lee, el miembro del grupo que formuló una pregunta difícil y que tuvo una idea novedosa”.
“Sé que a  usted y a Lee los criticaron”, continua diciendo, “pero usted manejo esa situación muy bien y su intervención puso a todos a pensar. Yo llegue tarde a la discusión y después me quede un rato conversando con los demás.
Puedo asegurarte que nos ahorró una cantidad de problemas y que gano la gratitud de Lee, que tiene otras buenas ideas para compartir con el grupo. Esta semana todos han estado mucho más ubicados y hemos progresado bastante.
Es una suerte contar con usted en la empresa. Gracias”.
Imagínese como se sentiría. A pesar del día tan difícil que tuvo hasta el momento en que apareció su jefe, y a la poderosa tendencia del SAR a minimizar los comentarios positivos, ¿Cómo lo afectaría un mensaje de esta naturaleza? Alguien elogio una idea que usted formulo o una acción que usted emprendió. Estoy seguro de que, si eso le sucede cuando este regresando a su hogar más tarde ese día, aunque seguirá pensando en algunos de los episodios negativos de la jornada, recordara más que todo ese mensaje sincero que recibió de otro ser humano. Y todo su organismo experimentara una sensación de bienestar.
Tras dejar el SAR, en fracciones de segundos la comunicación neural viaja al sistema límbico, donde percibimos el mundo y moldeamos nuestra respuesta. El sistema límbico también es el centro de las emociones del cerebro, existe evidencia de que este sistema funciona ochenta mil veces más rápido que la corteza cerebral del cerebro pensante.
Por último, la  cascada neural de impresiones originadas en nuestras experiencias llega al área pensante del cerebro, conocida como corteza cerebral. Pero antes de llegar e esta área, las entrañas, el corazón y otras regiones cerebrales experimentan e interpretan todas nuestras vivencias. Es decir y contrario a lo que suele creer, parece que lo último que hacemos es pensar.
Cada vez que dependemos demasiado del cerebro de la cabeza se presentan problemas innecesarios. Una de las razones es que cuando la mente funciona sin estar equilibrada con las entrañas y el corazón, el intelecto actúa fundamentalmente por conveniencia. El intelecto tiene la capacidad de conjurar todo tipo de ideologías, filosofías, teorías, principios y creencias, pero aunque estos sean elocuentes y bien intencionados, no significa mucho por si solos. Debemos sentir lo que es importante para nosotros a fin de vivir o ejercer el liderazgo de manera productiva.
La frecuente exhortación a mantener e raya las emociones termina haciéndonos tomar decisiones inadecuadas. Desde luego que debemos pensar con la mayor claridad posible. Pero tomar decisiones o resolver problemas basándonos únicamente en el pensamiento, es decir, sin la participación activa de los cerebros de las entrañas y el corazón, no es suficiente.
Otra manera de aplicar estos conocimientos sobre los tres tipos de inteligencia es vaciar la mente de vez en cuando, a fin de evitar que se quede por fuera la información proveniente de los otros dos cerebros. Esto también impide que el SAR nos domine con preocupaciones y reacciones negativas o de temor.
Lo que hay en la mente puede crear un ruido de fondo que nos distrae, impidiendo que apliquemos toda nuestra inteligencia a lo que es más importante en un momento dado. Todo lo que esta “Guardado” en la mente consume energía y atención. Cuando la mente está sobrecargada, el resultado es tención e inquietud innecesarias.  Muchos de estos pensamientos y preocupaciones permanecen en nuestra mente sencillamente porque no lo hemos enfrentado o aclarado, o porque no disponemos de un mecanismo confiable para retomarlos o actuar con base en ellos posteriormente.
En este punto se ve la conveniencia de llevar un diario. Para probar si esto es verdad, saque ahora mismo de su mente los pensamientos, ideas o preocupaciones que lo estén mortificando.  Escríbalos.
Al lado de cada inquietud  o idea describa en una sola línea la mejor solución o resultado. Por ejemplo: ¿Cuál sería la manera más satisfactoria de manejar este asunto? Luego agregue una acción específica para avanzar hacia la solución, y cuando convendría llevarla a cabo. ¿Qué compromisos puede contraer? Organice las acciones específicas en orden de prioridades. En cuanto a las acciones que no revisten mayor importancia para ese día, táchelas o guárdelas para una futura “sesión de preocupación” o “sesión de nuevas ideas” en lugar de mesclarlas con las que no debe postergar. Una vez escritos, estos pensamientos y preocupaciones tienden a perder gran parte de su capacidad  para inquietarnos o distraernos.
Cada vez que hacemos una pausa para desocupar la mente, aumenta la capacidad para salirnos de nuestra cabeza y sacar provecho de las otras inteligencias. Cuando se encuentre ante el próximo problema o coyuntura, escuchara más claramente lo que sus entrañas y su corazón le estén aportando a su mente y emprenderá acciones más acertadas.
Desde un punto de vista práctico, desarrollar y aplica un nivel de inteligencia vigorizante y autentico a todo lo que hacemos, nos permita alcanzar el tope de nuestro verdadero potencial. Para lograrlo, es preciso combinar las percepciones e impresiones de las entrañas, el corazón y la mente.
Empiece por aprender a explotar todas sus fuentes de sabiduría y conocimiento. Cada vez que enfrente un momento importante, pregúntese:¿Qué me está diciendo mis entrañas sobre esta? ¿Mi corazón? ¿Mi cabeza? Escuche cada una  de esas tres fuentes  de inteligencia antes de decidir cómo actuar. Así,  usted tomara mejores decisiones y, con practica su habilidad para decidir  con rapidez, no sufrirá  menoscabo. Mucha gente ha aprendido a hacer caso omiso tanto de las mariposas en el estómago como de los sentimientos del corazón, porque esto permite tomar decisiones solo con la cabeza. Sin embargo, pierden la oportunidad de tomar decisiones potencialmente superiores, pues desaprovechan los elementos intuitivos de la inteligencia.
Asegúrese de que sus palabras sean consecuentes con sus sentimientos. Incluso a medio mundo de distancia y por teléfono, otros captan lo que estamos sintiendo. Sin embargo, mucha gente cree que es buena idea restarle importancia a los tropiezos de la vida o del trabajo, disfrazándolos o aparentando que se tiene una respuesta para todo,  o que  las cosas están marchando a las mil maravillas. Por otra parte, mucha gente piensa que lo correcto  es restarles importancia a los éxitos, y aparentan que solo están “bien” cuando en realidad, están sumamente bien  o muy emocionadas por algo magnifico que les ha sucedido. Ninguna de estas dos actitudes es correcta.
Cuando escuchamos de otra persona algo que contradice lo que estamos sintiendo, instintivamente les damos más crédito a los sentimientos que las palabras. Cuando uno trata de disfrazar la turbulencia interior diciendo, por ejemplo: “ya todo está resuelto y bajo control; no hay de qué preocuparse”, los demás pueden reaccionar de dos maneras: bien dándose cuenta de que somos deshonestos porque perciben que no tenemos el problema resuelto ni bajo control, o bien suponiendo que las dificultades son aún más graves de lo que realmente son. Aquí podría estar implicado el SAR, magnificando lo negativo e impulsándonos a decirles a los demás: “Él dice que todo está bien, pero no es verdad, estamos en un verdadero lio”. Los rumores y los chismes le agradan y difunden, Y los otros pueden abstenerse de ayudarnos, porque piensan: “Si usted es tan listo y tiene un proyecto tan bueno, adelante, cuéntemelo todo e impresióneme”. Esas personas observan y esperan,  y nunca llegan a confiar en uno, Básicamente,  hemos perdido dos veces: primero, porque los demás no creen, y segundo, porque no nos ofrecen ayuda o nos ofrecen muy poca.  Decir que toda está marchando sobre ruedas cuando, en realidad, estamos agobiados, no engaña a nadie, esta farsa acaba con la colaboración, y detiene el crecimiento personal.
Por otra parte, cuando nuestras palabras corresponden a lo que estamos sintiendo, el resultado suele ser muy distinto.
No soy partidario de la honestidad imprudente e insensible.
Está bien expresar con honestidad un sentimiento de incertidumbre o inquietud. Pero es mejor guardar silencio sobre los sentimientos hirientes o transformados de un modo constructivo, y la razón por la que a veces nos sentimos preocupados no es la otra persona, sino la tensión y el cansancio. Si usted está realmente preocupado o distraído porque ha tenido un problema, recuerde que hay ocasiones en que lo mejor es no hablar con nadie. Procure tranquilizarse y más tarde hable con otras personas.
Cuando enfrente un nuevo problema, podría decir: “es posible que piense que tengo este asunto resuelto, pero la verdad es que no lo he solucionado. Para salir airosos de esta situación, todos tenemos que colaborar con buenas ideas” Observe lo que ocurre a continuación. En vez de alejarse, muchos se acercan a ofrecer apoyo e ideas. “Puedes contar conmigo para ayudar. No será fácil pero tengo varias ideas. Juntos podremos salir adelante”. Esta es una de las maneras más sencillas y, a la vez, menos comunes en que nos podemos servir del potencial y el talento de todos nuestros tres cerebros, y no solamente de uno.
El corazón humano es local y finito; tiene raíces y si la inteligencia emana de él, de acuerdo a su fortaleza, a mayores y mayores distancias, el resultado,  si va de ser cosechado, debe reunirse desde el centro.

Adaptación:                                                                                                                                                               Elmer Saldaña Cárdenas.

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